Un año 2023 difícil para el «ESG»

Como comenta Andrés Winston, uno de los autores del libro “Net Positive”, “El 2023 está siendo un año difícil para el ESG”. El 2021 fue el año en que los criterios de ESG (el acrónimo de Environmental, Social, and Governance), se convirtieron en dominantes, sobre todo en el sector financiero. Pero desde el año 2022, existe un fuerte debate ideológico dónde se ha generado una oposición a la adopción de criterios ESG. Esta oposición tiene dos frentes bien definidos.
El primer frente de oposición esde ideología política, principalmente en Estados Unidos, a través del movimiento “anti-woke”. Para algunos gobernadores y fiscales conservadores, afiliados al partido republicano, el movimiento “woke” en defensa de los derechos sociales, está ligado a un movimiento de agitación ideológica progresista o de izquierdas que va en contra del libre mercado y de la familia. Con mucha fanfarria, algunos estados están retirando fondos de gestoras de inversión que han invertido en base a criterios ESG. Como el gobernador de Florida, Ron DeSantis, candidato presidencial republicano para 2024, que retiró $2 mil millones en activos de los contribuyentes gestionado por BlackRock bajo criterios ESG. Texas y otros estados han hecho votos anti-ESG similares. En este sentido, no hay que perder de vista la flamante trayectoria del candidato republicano, denominado el guerrero “anti-woke”, Vivek Ramaswamy, este joven de 38 años, hijo de inmigrantes indios, emprendedor en biotecnología y uno de los 20 multimillonarios más jóvenes del país.
Es por ello que no hay que subestimar los ataques por motivos políticos y el efecto en el comportamiento de las empresas. Vanguard, por ejemplo, una de las gestoras de activos financieros más grandes de Estados Unidos, decidió abandonar un acuerdo global sobre objetivos de carbono neto cero para las inversiones. Reuters atribuyó la acción a la “presión de los políticos republicanos estadounidenses”. Otro ejemplo es la mayor gestora de activos del mundo BlackRock, pionera a través de su CEO Larry Fink de promocionar el “Stakeholder Capitalism”, la cual ha reducido sus llamadas a las empresas para que definan estrategias de transición a un modelo de negocio con bajas emisiones de carbono.
El segundo frente de oposición proviene de los escépticos de la comunidad inversora que vuelven a ser cada vez más fuertes. Cuestionan la inversión ESG y, en esencia, preguntan: ¿Los fondos ESG superarán a los fondos tradicionales? Durante algunos años, antes y durante la pandemia, los fondos ESG tuvieron mejores resultados. Pero en 2022, no lo hicieron. Una de las principales razones es que los fondos ESG tienen mayor exposición a sectores de tecnología, y la tecnología se disparó al comienzo de la pandemia, y luego ha sido golpeada. Con los niveles inherentes de irracionalidad e imprevisibilidad del mercado de valores, preguntar si «¿Tiene un rendimiento superior?» es una mala pregunta, especialmente, si se analiza en un período de tiempo corto. También es una pregunta que no se hace sobre otras estrategias de inversión. Ningún nuevo producto financiero tiene que demostrar que siempre tendrá un rendimiento superior al mercado.
Se supone que utilizar los criterios ESG como pantalla de inversión es solo filantropía, pero en realidad no es altruismo. Un artículo reciente del Financial Times también proporcionó una visión típica y profundamente arraigada del mundo financiero: los autores declararon que “el altruismo de los inversores… pasará a un segundo plano frente a los duros y fríos rendimientos en 2023”.
Aun así, hay muchos inversores que entienden que la sostenibilidad es un buen negocio, que ofrece una visión crítica sobre el riesgo y ayuda a evaluar qué tan resiliente o preparada puede ser una compañía para un futuro con bajas emisiones de carbono.
El cambio no es sólo una moda pasajera
A pesar de todo, el movimiento por la sostenibilidad no se detiene y se está acelerando. Por ejemplo, el porcentaje de empresas del S&P 500 que incluyen métricas ESG aumentó un 70% en 2022. El cambio no es sólo una moda pasajera, sino que está impulsado por tres tendencias reales, crecientes e inevitables.
- Primero existen claras amenazas existenciales para la humanidad, en particular el cambio climático y la desigualdad, y estos problemas ya están costando billones a las empresas y a la sociedad.
- En segundo lugar, el coste de actuar ha caído exponencialmente, especialmente en energía y transporte.
- En tercer lugar, y quizás lo más importante, las normas y comportamientos están cambiando. Los grupos de interés, especialmente los clientes y empleados más jóvenes, quieren cada vez más que las empresas actúen.
Cuando las normas y valores sociales cambian, no es fácil retroceder y en un mundo cada vez más interconectado, la manera de generar un crecimiento rentable y duradero a largo plazo es creando valor para los grupos de interés -incluyendo clientes, empleados, la cadena de valor y la sociedad de la que formamos parte-.
Ignasi Casamada Bragulat
Co-Founder & CEO de Optima facility